La victimización, el nuevo idolo dentro de las iglesias.
- Johairy Gerardo

- hace 7 horas
- 3 Min. de lectura
La victimización: el nuevo obstáculo para el crecimiento personal y espiritual
Así como todo gran auge trae consigo aspectos positivos, también suele venir acompañado de debilidades que, si no se identifican a tiempo, pueden convertirse en grandes obstáculos. En los últimos años, la salud mental se ha transformado en un tema de gran relevancia. Cada vez más personas están prestando atención a su bienestar emocional, estudiándolo y reconociendo su importancia en la vida diaria.
Sin embargo, junto a este despertar, ha surgido un problema silencioso que está afectando negativamente a muchas personas: la victimización.
Reconocer que hemos atravesado situaciones difíciles, traumas de la infancia o heridas emocionales es válido y necesario. El problema surge cuando ese reconocimiento deja de ser un punto de partida para la sanidad y se convierte en un lugar de estancamiento. La victimización no solo limita el crecimiento personal, sino que también frena el crecimiento espiritual.
Hoy en día, muchas personas se quedan atrapadas en una narrativa constante de “pobrecito yo”:
— Pobrecito yo por lo que viví.
— Pobrecito yo por lo que me hicieron.
— Pobrecito yo por mis traumas.
Esto ha llevado a que la victimización se convierta, sin darnos cuenta, en un nuevo ídolo. La Biblia dice: “Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo 6:21). En muchos casos, el tesoro ya no está en la sanidad, en la transformación ni en la redención que Dios ofrece, sino en la identidad de víctima.
Cuando vivimos constantemente enfocados en el dolor del pasado, desplazamos verdades fundamentales:
👉 Dios puede sanarte.
👉 Dios puede transformar tu corazón.
👉 Dios puede redimir tu historia.
Este enfoque ha llegado a tal punto que ya no buscamos nuestras áreas débiles para transformarlas a la luz de la Palabra, como cuando David clamaba: “Jehová, muéstrame los pecados que me son ocultos”. Antes lo hacíamos con el deseo de crecer, perfeccionarnos y caminar en santidad. Hoy, muchas veces, lo hacemos para encajar, para decir: “Yo también pasé por eso”, o incluso para construir un testimonio que impacte más por el sufrimiento que por la redención.
El testimonio ya no gira en torno a:
👉 “Dios me sacó del pozo de la desesperación”,
sino a:
👉 “Mira todo lo que sufrí”.
Y qué triste que el nuevo auge sea este: “yo soy víctima igual que tú”.
¿Para qué Dios te permite atravesar procesos difíciles?
Este artículo busca dejar algo muy claro: Dios sí quiere que reconozcas las heridas emocionales y las situaciones que viviste, pero no para que vivas atrapado en ellas. Dios te permite identificarlas para que puedas sanarlas, transformarlas y usarlas como herramienta para ayudar a otros que atraviesan procesos similares.
No es para vivir en una laguna de pena ni en un estado constante de autocompasión, sino para que seas luz, guía y testimonio vivo del poder restaurador de Dios.
Si al terminar de leer este artículo te das cuenta de que has vivido en una mentalidad de victimización —sin permitir que Dios transforme tu forma de pensar— entonces es momento de preguntarte si realmente has entendido para qué atravesaste lo que atravesaste.
Lo viviste no para quedarte estancado, sino para guiar a otros.
¿Cómo salir de la victimización?
1. Reconoce que te estás victimizando
Está bien reconocer el dolor y permitirte sentirlo, pero no puedes quedarte ahí toda la vida. El reconocimiento debe ser el inicio de la sanidad, no tu destino final.
2. Aliméntate de la Palabra y de testimonios
Busca versículos bíblicos, prédicas y testimonios relacionados con lo que estás atravesando o atravesaste. Esto fortalece tu fe y te recuerda que la sanidad es posible.
Si otros han salido adelante, tú también puedes.
3. Rompe el pensamiento egocéntrico de la victimización
Cuando llegue el pensamiento de victimización, recuerda que otras personas han enfrentado situaciones incluso más difíciles y han logrado avanzar. Puede sonar duro, pero es un choque de realidad necesario. La victimización muchas veces nace del ego, de sentirnos el centro de todo, olvidando que hay luchas más grandes que aún así se superan.
No vivas en la victimización
La victimización no te protege, te limita.
No te sana, te estanca.
Y sobre todo, te aleja de los planes de Dios para tu vida.
Dios no quiere que vivas como víctima, sino como testimonio de Su poder restaurador.










Comentarios